lunes, 18 de abril de 2011

"La alegoría o mito de la caverna" de Platón y la filosofía de Aristóteles.

"La alegoría o mito de la caverna" de Platón.

 

El libro VII de "La República" comienza con la exposición del conocido "mito de la caverna", que utiliza Platón como explicación alegórica de la situación en la que se encuentra el hombre respecto al conocimiento, según la teoría explicada al final del libro VI.
En el relato el autor presenta un diálogo entre Sócrates y Glaucón;  y es parte de la "teoría del conocimiento" de Platón y base de todo el desarrollo filosófico posterior en Occidente.  

El mito de la caverna.



I - Y a continuación -seguí-, compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza.

Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna, y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas.

- Ya lo veo-dijo.
- Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos, cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados.
- ¡Qué extraña escena describes -dijo- y qué extraños prisioneros!
- Iguales que nosotros-dije-, porque en primer lugar, ¿crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos?
- ¿Cómo--dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas?
- ¿Y de los objetos transportados? ¿No habrán visto lo mismo?
- ¿Qué otra cosa van a ver?
- Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar ante ellos?
- Forzosamente.
- ¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada vez que hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la sombra que veían pasar?
- No, ¡por Zeus!- dijo.
- Entonces no hay duda-dije yo-de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados.
- Es enteramente forzoso-dijo.
- Examina, pues -dije-, qué pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia, y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y obligado a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar a la luz, y cuando, al hacer todo esto, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera capaz de ver aquellos objetos cuyas sombras veía antes, ¿qué crees que contestaría si le dijera d alguien que antes no veía más que sombras inanes y que es ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera mostrándole los objetos que pasan y obligándole a contestar a sus preguntas acerca de qué es cada uno de ellos? ¿No crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero que lo que entonces se le mostraba?
- Mucho más-dijo.
II. -Y si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían los ojos y que se escaparía, volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría qué éstos, son realmente más claros que los que le muestra .?
- Así es -dijo.
- Y si se lo llevaran de allí a la fuerza--dije-, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida, y no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, ¿no crees que sufriría y llevaría a mal el ser arrastrado, y que, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella que no sería capaz de ver ni una sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas?
- No, no sería capaz -dijo-, al menos por el momento.
- Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que vería más fácilmente serían, ante todo, las sombras; luego, las imágenes de hombres y de otros objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le sería más fácil el contemplar de noche las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna, que el ver de día el sol y lo que le es propio.
- ¿Cómo no?
- Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que. él estaría en condiciones de mirar y contemplar.
- Necesariamente -dijo.
- Y después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años y gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos veían.
- Es evidente -dijo- que después de aquello vendría a pensar en eso otro.
- ¿Y qué? Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos compañeros de cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les compadecería a ellos?
- Efectivamente.
- Y si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o recompensas que concedieran los unos a aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y acordarse mejor de cuáles de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con otras, fuesen más capaces que nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, ¿crees que sentiría aquél nostalgia de estas cosas o que envidiaría a quienes gozaran de honores y poderes entre aquellos, o bien que le ocurriría lo de Homero, es decir, que preferiría decididamente "trabajar la tierra al servicio de otro hombre sin patrimonio" o sufrir cualquier otro destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable?
- Eso es lo que creo yo -dijo -: que preferiría cualquier otro destino antes que aquella vida.
- Ahora fíjate en esto -dije-: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no crees que se le llenarían los ojos de tinieblas, como a quien deja súbitamente la luz del sol?
- Ciertamente -dijo.
- Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido constantemente encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado todavía los ojos, ve con dificultad -y no sería muy corto el tiempo que necesitara para acostumbrarse-, ¿no daría que reír y no se diría de él que, por haber subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun de intentar una semejante ascensión? ¿Y no matarían; si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir?.
- Claro que sí -dijo.
III. -Pues bien -dije-, esta imagen hay que aplicarla toda ella, ¡oh amigo Glaucón!, a lo que se ha dicho antes; hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la vivienda-prisión, y la luz del fuego que hay en ella, con el poder del. sol. En cuanto a la subida al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas con la ascensión del alma hasta la. región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre, que es lo que tú deseas conocer, y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en el inteligible es ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.
- También yo estoy de acuerdo -dijo-, en el grado en que puedo estarlo.
Según la versión de J.M. Pabón y M. Fernández Galiano, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1981 (3ª edición).


Aristóteles (384- 322 a.C.).



La obra de Aristóteles abarca todo el saber de su época y es el primer intento de exposición sistemática de la adquisiciones científicas y filosóficas del mundo griego. En 355 a.C. creó su propia escuela, el Liceo, en Atenas.
En su primer período Aristóteles se muestra totalmente aderido a Platon, mientras que en el segundo se distancia de algunas de las doctrinas más características de la Academia, en especial la teoría de las ideas, aunque sigue profesando un gran respeto por el maestro. Y, por fin, ya en su época de madurez, en el Liceo, elabora sus propias teorías filosóficas.
Entre distintas oposiciones de agrupación, el corpus aristotélico puede clasificarse así:
- Escritos lógicos (conocidos como Organon, es decir, "instrumento"): Categorías, De la interpretación, Analíticos, Tópicos, Refutaciones de los sofismas.
- Escritos físicos : Física, Sobre el cielo, Sobre la generación y la corrupción, Meteorología, Historia de los animales, Del alma, De la sensibilidad, De la memoria, Del sueño y la vigilia, De la respiración, etc.
- Escritos metafísicos: 14 tratados sobre lo que Aristóteles denomina "filosofía primera".
- Escritos ético-políticos: Ética a Nicómaco, Política, Ética a Eudemo, Gran ética, Constitución de Atenas.
- Escritos estéticos: Poética y Retórica.
Esta ordenación corresponde a la división de las ciencias realizada por el propio Aristóteles: las teóricas (matemática, física y teología), prácticas (ética, política y economía) y productivas (ciencias aplicadas).

* La lógica.

No es exagerado decir que la lógica nació con Aristóteles, y con el quedó perfectamente constituida en su forma clásica, que avanzaría muy poco hasta Leibniz (1646-1716). Para Aristóteles, la lógica es una técnica de análisis (y en este sentido la compara con la anatomía) un arte auxiliar, con reglas especiales. Mientras la anatomía analiza los cuerpos, la lógica se dedica al pensamiento o al medio con que este se expresa, el lenguaje. La lógica (que Aristóteles denominaba "analítica") no es pues, una ciencia sustantiva, sino un instrumento. Fruto de la abstracción, es, sencillamente, una reflexión sobre el saber. El hombre conoce las cosas que lo rodean de una manera sensible (este monte , este hombre) pero tiene una facultad (abstracción) que le permite precindir de las características concretas y accidentales de los objetos y referirse a sus aspectos esenciales, es decir le permite saber qué es el monte, el hombre, etc. estos aspectos esenciales constituyen la idea, el concepto o, en términos aristotélicos el universal.
En el tratado de las Categorías Aristóteles estudia los elementos más sencillos del pensamiento, los predicados últimos y más generales que pueden ser atribuidos a toda cosa. Han elaborado varias listas de las categorías siendo la más conocida la siguiente: sustancia, cantidad, cualidad, relación, lugar, tiempo o fecha, situación o postura, poseción o condición, acción y pasión.
Aristóteles distingue dos clases de razonamientos: los deductivos (que a partir de una afirmación universal se deduce otra particular) y los inductivos (que siguen el camino inverso: van de la recolección de datos particulares a la afirmación de una verdad universal). La forma perfecta de razonamiento es, para él, el deductivo, al que llamó silogismo. La teoría de los silogismos (descripción de su forma, de su empleo, de sus leyes, etc) constituye el núcleo de la lógica aristotélica.

* La metafísica.

Aristótes es tambien el fundador de una nueva disciplina filosófica: la metafísica, que se denominará "filosofía primera", ("metafísicas" son 14 tratados que Andrónico de Rodas situó a continuación de los tratados de la física; de ahí su nombre: "después de las obras de física").
Las cuestiones tratadas en esos libros pueden agruparse en cuatro áreas:
1- Las causas y los principios supremos.
2- El ser como tal.
3- Teoría de la esencia o sustancia (ousia).
4- La divinidad.
El objeto fundamental de la metafísica es el ser de las cosas. Las distintas ciencias particulares estudian los objetos de este mundo ateniendose a características especificas de ellos. La física estudia los objetos en cuanto móviles, la biología, en cuanto vivos, etc. la metafísica , definida como "la ciencia del ser en cuanto ser", estudia los objetos en cuanto existentes. Así, Aristóteles habla de a veces de la "ciencia de lo universal", y a veces de la "ciencia de las cosas elevadas y difíciles". Como ciencia de los universal es la ciencia del ser como tal, y se distingue de la ciencia de los particulares que tratan sobre los aspectos determinados del ser. La ciencia de las cosas más elevadas y difíciles es la teología, porque desemboca en la consideración del mundo divino.
Aristóteles replanteará el problema esencial del naturalismo presocrático, ¿cómo explicar el cambio? Para ello introduce dos parejas de conceptos que ejercerán un papel muy importante: materia y forma, potencia y acto. Las sustancias sensibles estan compuestas de materia y forma (hilemorfismo). La materia es el ser "ser en potencia", que deviene "ser en acto" después de recibir la forma. Considerado dinámicamente, el cambio es el paso de la potencia al acto. A pesar de todo el interés que demostró en la última fase de su vida por las investigaciones científicas y exactas, no existen pruebas de que abandonara nunca la "filosofía primera".

Ética-política. 

En el pensamiento aristotélico destacan también sus concepciones éticos-políticos muy vinculadas entre sí porque para Aristóteles el bien del individuo y el del estado son inseparables. La felicidad es la finalidad de todos los hombres. La perfecta felicidad consiste en satisfacer la tendencia natural de cada ser vivo, y la actividad más propia del hombre es la intelectual. Aristóteles no identifica felicidad con virtud, placer o riqueza pero los presupone.
Sus preocupaciones políticas y sociales suponen un intento de solucionar la decadencia de la polis griega de su tiempo (o ciudad-estado). El hombre, "animal político" según su definición, sólo puede concebir su felicidad en el marco de la polis. Aristóteles clasificó las constituciones en correctas y desviadas. Las primeras son la monarquía, la aristocracia y la timocracia, mientras que las desviadas son la tiranía, la oligarquia y la democracia.

                 Nelson Esteban Rolon

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